Cuando basta es BASTA
En cualquier momento, puedes poner un punto final a eso que te estuvo molestando durante tanto tiempo.
Fue tu decisión, hasta ahora, seguir tolerando situaciones que te molestan y lacerarte internamente.
Ya lo intentaste todo: tratar de entender lo inentendible, de justificar lo injustificable.
Buscaste respuestas diferentes a lo que te dictaban tu mente y tu intuición (y en muchos casos también, el sentido común).
Callaste cuando creías conveniente, para no aumentar más la tensión reinante.
Escuchaste historias a las que les encontraste un parecido y por eso seguiste aguantando.
Tal vez incluso haya casos cercanos en los que te ves reflejada, y por eso supusiste que si le pasó a alguien tan allegado, es lógico que te pase a ti. Además, por alguna razón, tenías que reaccionar de igual modo.
Pero éste es un momento excelente para que reacciones. Para que digas BASTA. Para que te pares en tus dos pies, bien erguida, y decidas darle un giro nuevo y positivo a tu vida.
Nadie puede sumirte en la desesperación o en la angustia, salvo que tú les des el poder para hacerlo.
Entregarle a otra persona las riendas de nuestra vida, en el terreno que sea, puede ser peligroso.
Responsabilizarte de tus acciones y decidir qué tolerar y qué no es un acto que te enaltecerá antes tus propios ojos y ante los de los demás.
Cualquier día es bien propicio para tomar la decisión de poner límites y recuperar tu propia estima. Hoy mismo, puedes convertir lo que te molestaba en pasado y comenzar a construir un futuro brillante.
¿Te animarás a hacerlo?
El limite de la tolerancia
¿Cuál es el límite de la tolerancia?
Muchas veces, “aguantamos” situaciones que, decididamente, no nos merecemos. Es real que a las mujeres nos criaron con frases tales como “es tu marido, perdónalo, no le levantes la voz”, “es el padre de tus hijos, quien mantiene la casa”, “tu abuela aguantó cosas mucho peores” o comentarios desmoralizantes de este tenor.
Los hombres también escuchan frases limitantes durante su crianza, y muchos, al crecer, nunca contradecirían a sus mayores, aunque no tengan razón o les digan cosas que se contraponen a sus creencias.
Socialmente, queda mejor estar en compañía que solo. Muchas mujeres (y algunos hombres) aún creen que tener una pareja las valida como seres completos, respetables, dignas de la envidia o de la admiración de las demás, en especial, “las pobres que están solas”. Los problemas de autoestima que una persona tenga, no se solucionarán por ser “la mujer de” o por tener con quién salir un sábado por la noche. Si tienes un vacío existencial y tratas de taparlo con una compañía que no te hace feliz, lo único que lograrás será intensificarlo. Claro que no tener una pareja estable tiene un precio, mas el de estar mal acompañadas es mucho más alto.
¿Cuál es, entonces, el límite de la tolerancia? Para mí, está dado por la aparición de nuestra voz interna que se pregunta, exactamente, dónde está este límite. Y que nos dice que es hora de dejar de llorar y de lamentarnos, y que eso que percibimos sí que es una falta de respeto… Por más que en el entorno familiar o cultural hayamos visto ejemplos de personas que todo lo han soportado.
A partir de hoy, puedes decidir qué hacer. Aceptar sólo compañías que te hagan sentir bien y que saquen lo mejor de ti cuando estés con ellas, sean amigas, parejas, novios, esposos, amantes o jefes. Una vez que asumas el lugar que te corresponde como persona que se valora y que sólo acepta buenos tratos, tu entorno comenzará a modificarse, e incluso situaciones que ahora consideras poco factibles, se modificarán, dejarán de molestarte o de limitarte, y podrás acceder a ese bienestar tan preciado y que tanto anhelas.
Poniendo límites
Muchos problemas interpersonales (entre nosotros y los demás) sobrevienen al no poner los límites adecuados. Cuando se trata de los hijos, tenemos en claro que precisan límites y la importancia de este punto en la educación que les impartimos. Pero en el caso de los adultos que nos rodean, solemos dudar con respecto a qué punto llegar, en qué casos hacer algo, incluso medimos la reacción del otro… ¿Cómo ponerle límites a nuestra pareja, a nuestras amistades, a nuestro jefe?
Según el Dr. Gottman, “Poner límites es el primer paso en una estrategia diseñada para resolver problemas”.
Si te sientes agobiado por las presiones que recibes de otra persona, porque no te está dando tu lugar, porque tiene exigencias desmedidas, porque no te trata como te mereces o por la razón que consideres válida, ¡ha llegado el momento de “pintar la raya”!
Para poner límites:
No es preciso enojarse ni gritar, sino estar seguros del lugar que ocupamos y de qué queremos (o no queremos) en nuestra vida. Desde la seguridad interna, será fácil hacerlo con naturalidad. Hablemos claramente para explicar nuestra posición, con actitud firme.
Tengamos congruencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Si no sostenemos nuestras palabras con nuestros actos, no estamos poniendo un límite, sino malgastando nuestro tiempo y nuestra energía, y lo que es peor, desvalorizamos nuestras palabras. ¡Ya no creerán en ellas en el futuro!
No hace falta esperar a que una situación estalle: si te molesta una, dos o tres veces, es más que suficiente para que actúes.
Es necesario saber qué estamos dispuestos a aceptar y qué no, y defender nuestra postura. En una pareja, siempre se cede en algo y se hacen concesiones lógicas, es útil saber en qué situaciones no lo haremos.
También debemos saber qué queremos lograr (por ejemplo, que nos respeten, que no nos griten, que no hagan lo que quieran en situaciones que nos involucran).
En una pareja, además de las metas en común y de los proyectos compartidos, cada persona necesita alcanzar sus propios objetivos y poner sus propios límites. Si uno de los miembros de la pareja no lleva las riendas de su propia vida, le está dando al otro la posibilidad de que lo haga.
Recuerda que un límite flojo o poco claro se diluye en el tiempo… ¡Poner límites es sinónimo de protegerte y de respetarte!