Ésta es la historia de un cisne que se creía patito feo.
De niña se miraba al espejo y se veía fea, ese sentimiento la embargaba de tristeza y la hacía sentir muy poca cosa. Notaba cada uno de sus defectos, es más, descubría hasta los que no tenía. Estas pequeñas cosas no la afeaban en absoluto, es más, le daban un toque de distinción poco frecuente, sin embargo, ella estaba convencida de su fealdad. Otros la miraban y le decían cosas lindas, pero ella estaba segura de que era un patito feo, ésta era su percepción. Entonces así era su realidad. Se vestía, hablaba y se comportaba como un patito feo. Y generaba situaciones para justificar su modelo del mundo: burlas en la escuela, poca adaptabilidad con sus compañeros de clase, todo lo necesario para que este sentimiento que ella percibía como la realidad realmente lo fuese.
Con el tiempo fue creciendo y se transformó en un bello cisne joven. Pero ella no lo sabía. No entendía los halagos o las miradas que solía provocar en los jóvenes del sexo opuesto, ya que asumía que no era merecedora de ellos. Su mapa mental de patito feo le impedía hacer las elecciones que hubiera querido: sólo se permitía ser elegida, sin seleccionar demasiado sus compañías. Obvio, era el patito feo, ¡qué iba a elegir ella, gracias que se le acercaban!
Y tuvo varios tropiezos amorosos, productos de su baja autoestima, sin entender nunca por qué a veces lograba llamar la atención de alguien que eventualmente llegaba a quererla, ¡si era tan poca cosa!
Hasta que un día, sumida en gran infelicidad, buscó consuelo en una amistad cercana. Al escuchar lo que le decían, por primera vez se preguntó: ¿y si fuese cierto? ¿Y si durante años me quedé en lo malo conocido en vez de abrirme a lo nuevo por conocer? Decidió buscar respuestas. Cada persona que encontraba le hacía notar otra cosa linda y buena que ella tenía y jamás había descubierto. Su modelo del mundo se iba transformando. ¡Imaginen su sorpresa al verse desde afuera, desde el punto de vista de las otras personas! Se dio cuenta de que no era ningún patito feo, sino un cisne majestuoso, lleno de lindas virtudes. Los filtros con los que percibía su propia realidad estaban distorsionados. Así de simple.
Ahora su vida ha cambiado, es feliz, toma sus propias decisiones, está muy conectada con las otras personas desde su verdadera esencia. Ella siente que se trasformó en quien siempre quiso ser, que es en realidad quien siempre había sido: un bello cisne. ¡Sólo que ella no lo sabía!
¿Hay algún área de tu vida en la que eres un cisne y tal vez no te diste cuenta?
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